Los electrodomésticos y artefactos que utilizamos en nuestro hogar poseen, desde su producción, una cierta vida útil.
La durabilidad del aparato dependerá, claro, de su calidad y de sus características. Por ejemplo, cuando compras los electrodomésticos de Elektra. Pero cuando los electrodomésticos se averían antes de tiempo, mayormente se debe a tres razones principales: una mala manipulación o uso incorrecto, una pobre limpieza cotidiana, o un cambio en la alimentación eléctrica.
Limpieza. La limpieza y mantenimiento será esencial para la preservación de los electrodomésticos. La acumulación de polvo y suciedad puede debilitar su resistencia, e interrumpir su normal funcionamiento. Por eso, lo mejor es darle una limpieza habitual adecuada, y en lo posible mantenerlos cubiertos con fundas cuando se encuentren fuera de uso. En el mercado podés encontrar fundas plásticas diseñadas especialmente para cada aparato y modelo, o bien podés fabricar estas fundas vos misma con telas plásticas o comunes, diseñadas a medida.
Uso. Respecto del correcto uso, el mejor consejo es leer e interpretar el manual de usuario de cada aparato eléctrico que adquieras. Esto te ayudará a conocer los secretos y técnicas para un mejor mantenimiento, y te va a ayudar a saber utilizarlo de la manera más apropiada.
Voltaje. Respecto de los cambios en el voltaje, debemos procurar que las instalaciones eléctricas de nuestro hogar estén en óptimas condiciones siempre. Respecto de los electrodomésticos, la mejor idea será mantenerlos desenchufados cuando no se estén utilizando. También es buena idea desenchufar la heladera (o los artefactos que necesiten alimentación continua) durante tormentas eléctricas, fuertes vientos, o ciclos de voltaje variables por diversas razones.
Heladera y lavarropas. Con respecto a la heladera, por ejemplo, lo mejor es colocarla en un espacio relativamente ventilado y alejado de las zonas de calor (la luz solar de una ventana, el horno, la calefacción y otros). El lavarropas, en cambio, no posee esta dificultad, aunque sí suele averiarse por un deficiente uso de los ciclos de lavado. Procurá hacer lavados con la temperatura ideal para cada tanda de prendas de vestir (o fijalo en 30°C por defecto), y mantenés los depósitos de jabón y suavizante libres de restos y pelusas, retirándolos una vez por semana con papel de cocina o trapos.
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